Combinación

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Pienso en la gente que elige matarse en el subte. Mi recorrido empezó en la plaza de parada Independencia, y ahora, acá abajo, miro las vías quieta como una estatua. Se me aparece la historia de un tipo de la calle, un borracho con los ojos en ningún lugar que se tira sin aviso. Los que están a su lado le piden que no lo haga. Se quedan pasmados, la velocidad de la muerte no les da tiempo a nada. Invento el terror de los que miran, los rugidos mezclados con el ahogo y el olor a quemado. Después, la historia de un nene que cae sin querer, que sale corriendo de la mano de su madre, o que no tiene madre. Al aumentar el grado de tragedia me veo en la necesidad de cambiar de pensamiento. Pero es evidente que no es tan fácil. Si fuera tan fácil, no estaría ya sentada en el subte, con la cara hacia la pared negra que asoma por las ventanillas, absorta en la historia que está por venir.

 En ésta, el tren choca contra alguien que se tiró en las vías antes de que pudiéramos verlo. El drama se produce unos cuantos metros delante. Si hay gritos, son los de la gente que se contagia al enterarse de lo que pasó. Ahora me acerco a la puerta, detrás de los pocos viajantes de esta mañana, ya llega mi parada, qué alivio.

 Pero tampoco en este momento puedo estar tranquila. Mientras camino por el pasillo para una nueva combinación y hojeo de pasada algunas revistas en los puestos, escucho los pedidos de auxilio de una mujer a la que un hombre acaba de empujar. Veo sus brazos desesperados, las manos con los dedos en punta y el grito en los ojos. Alguien intenta atraparlo, se pegan, se caen los dos a las vías. Entre trompadas y bocinas, veo que les queda poco tiempo. Y ya estoy otra vez en el tren, con los ojos en el no-paisaje. Un chico entra con una guitarra y mezcla su voz con el traqueteo. Voy a darle algo de plata, lo que tenga. Busco en mi mochila, revuelvo, la billetera está al fondo. El chico espera, se da cuenta de que estoy buscando algo para él. Encuentro, le doy, sonríe y canta otra canción. Qué bueno, un poco de música. Entonces se viene la próxima muerte. Lo toma de los hombros y lo golpea un hombre mayor que él, un matón. Discuten por plata. El viejo tambalea ante una trompada pero se levanta y lo tira sin darle tiempo a reaccionar. El músico cae.

 Y yo ya estoy de nuevo caminando por el pasillo, no sé muy bien qué pasó, no sé en qué línea estoy ahora. Mientras busco uno de los mapas en las paredes y pongo toda la atención en llegar a destino, una horda de chicos de secundaria corre hacia mí. Gritan y se ríen, mueven unos trapos en sus manos, unas banderas, no entiendo lo que dicen. Durante un segundo los miro, un segundo tardan en arrasar, un segundo me lleva esquivar la caída. Los veo pasar corriendo al costado del próximo tren, giro y tomo otro pasillo. La salida a la calle es una bocanada. Qué bien. La placita de la parada Independencia está casi vacía. Una señora con dos perros me saluda amablemente, como si me conociera. Está nublado. No sé cómo llegué hasta acá. No me queda otra que bajar por las escaleras otra vez hasta la parada Carlos Pellegrini para combinar con la línea B. Sigo sin apuro, no corro donde todos corren, me olvidé a dónde iba. De nuevo las paredes verde agua, los murales de los hombres trabajando y el próximo accidente. Una pareja discute, ella llora y él contiene los insultos. Una mujer, que parece la madre de ella, se mete en la discusión. Le pega una cachetada, él le responde con otra cachetada, la mujer joven se le abalanza y caen los dos. La madre pide auxilio. La gente sigue con sus celulares y sus diarios y espero que esto termine pronto, porque ya estoy sentada en el subte otra vez con la cara apuntando a la pared negra, no sé a dónde voy y falta poco para la próxima, falta poco y no sé qué voy a hacer.

 

Carolina Bugnone

Carolina Bugnone
Carolina Bugnone
(1974), Concepción del Uruguay, Entre Ríos, Argentina.Sus libros son: Humo (Premio Osvaldo Soriano en Cuentos – 2011), Hasta las seis hay tiempo (Milena Caserola – El 8vo loco, 2013), Cuando te despiertes, las chicharras (Goles Rosas, 2015), Los perros de mi vecina (Goles Rosas, 2017), Las primas de Villaguay (Peces de Ciudad, 2017), Se nota que sos nuevita (Malisia, 2019), Una niña ideograma (Halley, 2021). Co-guionista de la audioserie “Chechu te ayuda” (PODIMO, 2020). Escribió la crónica “Cómo se mide el tiempo”, disponible en Revista Ajo digital http://www.revistaajo.com.ar/notas/11002-como-se-mide-el-tiempo.html Es editora de poesía en CEPES ediciones. Participó del jurado de obras publicadas por Secretaría de Cultura de Tierra del Fuego (Argentina) en los años 2017, 2018, 2019 y 2020. Condujo una columna de Arte y Literatura en FM De la Azotea (2016), formó parte del colectivo literario Psicofango (2012), coordina talleres de escritura creativa con niños y adolescentes desde 2015, y co-coordina una clínica de poesía. Hace música. Es psicoanalista

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