__ ¿Usted se considera un average man, un hombre promedio?
__ Sí, señor. Soy un hombre templado, moderado, equilibrado. He construido en mi alma todos los diques de contención necesarios para embalsar las emociones, servir a la irrigación del pensamiento y evitar los desbordes pasionales… Mi talento gusta de la ponderación y el matiz. Tengo un estilo penetrado de ansias y lleno de cicatrices de adjetivos y locuciones superfluas extirpadas…He aprendido de los griegos dos virtudes: el méden ágan y la sophrosyne. Vale decir: huir de los excesos y aproximarme a la prudencia de los sabios. En esa línea de morigeración, los latinos añadieron su nihil nimis y los franceses su juste mesure…Estoy contento de ser así. No quiero ser el hombre que se enajenó pensando que se volvería loco. Ni repetir el caso del hombre que, para olvidar, puesto a beber, se volvió un ebrio consuetudinario… Le reitero: me agrada estar conforme con mi apostura, mi temperamento y mi idiosincrasia. He llegado así al desideratum de todo buen diplomático encarnando la suprema, la soberana obviedad del «casi». De ser casi en todo. De no ser demasiado sutil, ni demasiado inteligente, ni demasiado voluntarioso. En resumen, de no destacarme en nada siguiendo este consejo de Aristóteles: «Un caballero debe saber tocar la flauta, pero no demasiado bien» … Permítame ahora que pregunte: ¿usted qué es?
__ ¿Yo? Gorgojo o torbellino. Anti: anticuada antípoda antipromedio. Anti todo lo que usted es y representa.-
Juan Filloy