Crónica de un paseo a la playa

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Reseña

En Crónica de un paseo a la playa, Catalina Maniago nos invita a sumergirnos en una tarde melancólica junto al mar, donde las reflexiones personales y los vínculos familiares cobran vida. A través de observaciones simples pero profundas, la autora convierte momentos cotidianos en una exploración íntima de sus relaciones cercanas, especialmente con su hermana y su perro. Con un tono que combina nostalgia y un sutil humor, Maniago logra hacer de este paseo un viaje tanto externo como interno, creando una experiencia emotiva y llena de pequeñas confesiones que conectan profundamente con el lector.


Leé Crónica de un paseo a la playa en La Palabra Precisa

Empieza a oscurecer en la playa. Los faroles se encienden en fila, uno tras otro, por algún mecanismo nocturno de la ciudad.  Siento cosas que no me explico. Algo del sentimiento otoñal. La tarde está perfecta, aunque en exceso helada para mi gusto. Pero hay algo en este frío. 

Hay una pareja sentada en la costanera. En realidad, no estoy segura de si son una pareja. Están bastante lejos, mientras yo estoy en la playa, al lado de la orilla del mar, con Maluli y Dante. Les saco fotos y medio que los romantizo un toque. Pero practico no quedarme demasiado pegada a las imágenes, a no pasarme de ilusión. Intento ver lo que tengo en frente y ya está, sin engañarme para endulzar la realidad: una mujer joven de 25 años y un perro. 

Pero es mi hermana menor y el perro es el perro que adopté cuando tenía 18 años y una depresión en creces. Tiene casi diez años y es un anciano dentro de una personalidad de cachorro (eso nos dijo el veterinario y ahora es uno de nuestros chistes personales). Y ella es mi hermana menor, sonriéndole a la cámara cuando le digo no poses, quiero que sea natural. Pero sigue posando, como por nerviosismo. 

La pareja creo que nos mira. Aunque probablemente no. Pero yo imagino que nos miran y me gustaría sacarles una foto, pero no lo hago. Me sentiría muy zarpada. ¿Cómo se sentirá que te saquen una foto sin tu consentimiento? A mí no me molestaría, me haría sentir especial.

En cambio, los observo e imagino la enmarcación de una posible fotografía: en el extremo derecho inferior, con el cielo abarcando la mayor proporción de la imagen. Los faroles enfilados en la costanera, más arriba. Ellos están sentados en un acantilado que está justo abajo. Él tiene una campera negra y un gorro también oscuro. Ella algo verde. Están muy cerca, pero no se abrazan ni se miran a la cara. Quizás no hablan, miran el mar, pensativos.

Quizás les pasó algo y necesitaban tomar aire, pero no hablar. O quizás él es mudo y su relación se construyó en base a un lenguaje corporal, sin palabras.

Ella se enamoró de él porque lo vió un día y le gustó cómo se movía: grácil, fluido, con una sonrisa muy grande y fácil. Unos gestos suaves. Se le acercó a hablar y él respondió con un sonido raro y un poco animalesco. Ella un poco se sorprendió y quedó decepcionada, intentó disimular sus gestos para no sonar despectiva. Pero él por supuesto que se dio cuenta porque acostumbra a recibir esos tratos. Sin embargo, no es una persona que se ofenda. Sus ojos son sociables y amables, de alguna manera le hablan a ella y ella lo recibe (no cualquiera entiende esa comunicación). Y ahora, he acá ellos, sentados sobre el acantilado.

Subimos de vuelta a la costanera con Maluli.

¿No te parece que es raro que Juan no se haya enamorado nunca? 

Raro no es. Él es así, exquisito. Hoy no nos pudo engañar. Se fue con una mina, ¿no?

Sí, seguramente.

El perro tira pero esta vez no me pongo de mal humor. Intento sentirme presente e ignorar que las calzas me quedan incómodas y que me pica la entrepierna. Sacarme la pereza de encima. Maluli me hace una pregunta aleatoria tras otra y pienso en el funcionamiento de su mente. A veces mi arrogancia me lleva a pensar que no es tan inteligente. Pero su inteligencia es otra. Va por otro lado no tan intelectual. Yo la quiero a mi hermana. Más que al resto de los seres humanos que conozco. Importa un bledo qué tan inteligente sea. Lo mismo el perro. Es demasiado imperfecto.

Una ve los perros de al costado de una: no tiran, hasta pueden ir sin correa algunos. Son sociables. No tienen la necesidad de ir corriendo a los demás perros para sacárselos de su territorio. No tienen aversión a los niños pequeños. No padecen ansiedad crónica. Pero el mío es un perro muy gracioso, muy mono. Me acostumbré a sus gestos.  Como dije, parece un cachorro eterno. Es torpe, se tropieza todo lo que se le cruza. Te mira a los ojos como si te entendiera. Tiene una inteligencia rara. 

Maluli simula la voz que tendría el perro si hablara. Hace un ruido deforme, inspirado en los dibujitos animados que veíamos cuando chicos.

Haber visto los mismos dibujitos animados, tener un repertorio de chistes internos construidos en base a una infancia compartida: esos detalles hacen de la hermandad una unión inquebrantable, incomparable de cualquier otro vínculo.

No interesa ni que tu hermano te hubiera o no elegido si no fueses su hermano. Que no tolere tus mañas. Te ama porque entiende tu núcleo. Lo amás porque entendés ese núcleo. Son distintas expresiones de una misma base. No sé, algo así podría ser.

Poné el opening de los Teen Titans.

(pone el de Ben 10)

Ahora poné el de Drake & Josh.

(pone el de Los padrinos mágicos)

Los tres hermanos cantan las canciones y las bailan mientras limpian la cocina. Una lava, otra seca, el otro hace mímica de que coopera pero en realidad se encarga de seleccionar los videos de YouTube de las series que miraban en la infancia.

Poné el de Perry el Ornitorrinco.

Me acuerdo que me hacían bullyng cuando miraba ese.

¡Es que era patético!

Pero vos porque tenías como once años. Ya eras casi púber. Yo tenía literal 8 y ya no jugaba más a las barbis porque vos y Lu me jodían.

Cierto. Tan cierto.

Es tan cierta la pérdida prematura de su inocencia. Pero trato de no conmoverme demasiado. Trato de estar en presencia. 

Ya casi es de noche, volvemos a casa.

Catalina Maniago
Catalina Maniago
Nació y vive en Mar del Plata. Estudia Profesorado en Lengua y Literatura y actualmente dicta un taller de escritura creativa (@tallersobresa). La escritura es su terreno de exploración constante, su manera de entender el mundo y de entenderse, pero, sobre todo, de buscar (y encontrarle) sentido y belleza a las cosas.

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