Un oficio a contrapelo, pero el mejor.
Hay quienes nacen estrellas y otros estrellados. En boca de mi madre el refrán justificaba la mala suerte. Tenía otros, algunos algo indescifrables como ese que señalaba que tal cosa o persona era más ordinario que novillo del Chubut. Pero volvamos al primero, que es el que da pie a estas líneas.
De chico estuve predestinado a ir contra la corriente. Mi primer trabajo siendo adolescente fue en la Agencia Hípica y en el Hipódromo. Acaso por pecaminoso allí se honra el domingo trabajando, no reposando. Enseguida conseguí un empleo mensual en una administración e inmobiliaria. Los fines de semana y en especial durante el verano había que mostrar departamentos como en ninguna otra época del año.
Hasta aquí nada nuevo para un marplatense, acostumbrado a trabajar cuando los demás descansan. Un refrán zarpado…este no de mi madre eh!… les cabe perfecto a los compueblanos: como los ginecólogos, ellos trabajan donde los demás se divierten.
Pero recibirme de contracorriente…qué digo recibirme…doctorarme!…fue haber ingresado al oficio de periodista que hasta el día de hoy me constituye. En mis épocas no existía el online… bueno más que eso…no había internet, ni celulares…ni siquiera fax. No sigo porque me convertiría en fósil. Eso sí, en los kioscos había diarios. Y los diarios papel (todavía resisten) se escriben el día anterior al que aparecen.
Los redactores estábamos configurados para escribir anacrónicamente. Hoy se cumplen veinte años de la muerte de quien fuera…pero en realidad se cumplía ese aniversario al día siguiente de cuando uno lo escribía. Es decir, para nosotros mañana era hoy y el hoy era ayer.
El 1 de mayo, 25 de diciembre y 1 de enero no aparecen los diarios… ¿descansamos cuando nadie trabaja pues?…Tengo noticias y no son buenas. Porque los días 2 de mayo, 26 de diciembre y 2 de enero sí hay diarios…y como ya les dije, los diarios se escriben el día anterior. Ergo…sí, ya se dieron cuenta, ¡qué perspicaces!… trabajamos cuando nadie lo hace. No recuerdo un sólo día del trabajador que no fuera inclinado sobre mi vieja Olivetti Lexikon 80.
Pero tratemos de encontrar las pequeñas ganancias de las grandes pérdidas. En mayo no hay playa y prácticamente todo está cerrado. Un embole. Pero como la Corresponsalía de La Nación quedaba neurálgicamente ubicada en la peatonal, es decir en el microcentro…conocidos y amigos caían ahí a desaburrirse. No quisiera explayarme más…pero vale la pena mencionar que hasta se han formado parejas en tales tenidas.
Las fantasías sobre algunas actividades suelen desembocar en romantizaciones que alteran una realidad que no es tal. Qué suerte…
ustedes van a todos los teatros. Sí, a los que nos dan placer y los que no, sobre todo si además de una columna en la sección Espectáculos también le ha tocado a uno ejercer de jurado en algún premio y no puede zafar de los bodrios…y encima ser atajado por el productor o director que con indisimulable ansiedad espera que le digamos qué nos pareció. Hacía rato que no veía algo parecido…único…o increíble…pueden ser salidas sin mentir. También cuadra ponderar algún detalle de las luces, el vestuario o acaso la escenografía. Alguna cosilla rescatable siempre hay.
Los imprevistos son lo que alimenta cotidianamente acaso lo más rico de la actividad del periodista. Quiero quedarme tirado en casa… claro si es que no se desata un motín en la unidad penal a la madrugada, no cae una nevada, no matan a alguien… o si a la reina de los pescadores no la tiran con corona y todo a una pileta de natación.
No soy tan fantasioso…cada una de esas cosas, por mencionar muy poquitas, ocurrieron. Zafar de que nos echen del diario porque el canciller de Japón habló de una donación al país de 4 mil millones de dólares y eran tan sólo 4 y nosotros -todos los periodistas- mandamos lo que dijo pensando que hablaba español sabiendo cómo. O tratar de alivianar el oprobio de un actorcito devenido en periodista que al aire en directo a toda América sentó con ademanes en una silla a Ortega y en otra a Gasset.
Hacer el aguante a un presidente que podía disfrutar de fiestas hasta las cinco de la mañana y dar una conferencia de prensa a las 9. Admirable…pero agotador. Cubrir una pelea de box o un desfile de modas y contar ambas cosas como si supiéramos de qué estamos hablando. Ya se sabe…quien cubre la crónica cotidiana es un especialista en generalidades. A veces descubren nuestra impostura y a veces disimulamos muy bien.
Como les decía…me tocó siempre trabajar cuando los demás se divertían, pero algunas veces me las cobré. Me divertí azuzando en la esgrima de la entrevista a quienes tenían que esquivar los dardos. Ya lo dijo Mr. Orwell…nuestro papel es molestar.
Pero no me quejo…pudo haber sido peor. Yo no cambio nada porque después de todo y para terminar con otro refrán…sarna con gusto no pica.