Billy Lucero

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A Billy Lucero

 

 

Todos coincidimos en que Guillermo Lucero era un muchacho apegado al trabajo. Las cámaras de seguridad dan fe de que ingresaba de madrugada a la cuadra de la panadería Las Espigas (casa central), sobaba la primera masa y se retiraba a la hora del almuerzo con las dos libras de pan que le correspondían, conforme lo fija la Ley de Trabajos Nocturnos. Hemos sido informados de que por las tardes vendía el diario local en la esquina de las avenidas El Libertador y El General, que luego se desempeñaba como mecánico en los talleres del ferrocarril (sección desguace de vagones), y que al final de la jornada, a media luz, separaba la paja del trigo al pie de los silos del Puerto Nuevo. Desde la ruta lo hemos visto clasificar con paciencia: un trigo, una paja; una paja, un trigo.

 

Lucero practicó deportes individuales y colectivos con singular éxito, lo cual nos obliga a manifestar nuestro agradecimiento a su esfuerzo, dado que prestigió nuestras vitrinas e izó hacia lo más alto de la región las tres divisas inamovibles de nuestra bandera: «luchar, luchar y luchar».

 

Durante los años 1978 y 1979 concurrió al Coro Polifónico Municipal “Tenor Dante Juliano”, del que fue soprano y más tarde barítono, luciéndose en los solos de la canción medieval anónima titulada “Tengo una petaquita” (“Tengo una petaquita, para ir guardando/las penas y sinsabores, que me van dando”). Cierta vez aceptó un pedido expreso del párroco Molina, quien lo amó con pasión cristiana, pasión filial y pasión humana, y colaboró como monaguillo en los oficios de aquel recordado Te Deum en el que el párroco Molina perdiera la vida bajo las explosiones de un infarto masivo. Allí transportó los cálices con precisión y recibió el diezmo de los feligreses, en medio de la conmoción general.

 

Ninguno de nosotros olvida, ni olvidará, como tampoco la olvida la Historia de la Nación Argentina, la noche del 14 de junio de 1982. Adjuntamos la crónica del día siguiente publicada en “Nosotros y ellos”, a los efectos de que se agregue al expediente en carácter de documento. [Desgracia con suerte – Una lección de paz para los que hacen la guerra. En las últimas horas de ayer, se desató un incendio en la zona portuaria de Villa Seca, en la que una familia salvó su vida por milagro a raíz de la intervención de un niño-héroe de rasgos indígenas llamado Billy Lucero. Según testigos, los festejos adelantados de San Juan que se llevaban a cabo en las cercanías de la Dársena Dos, habrían originado el siniestro al desprenderse chispas de una hoguera y caer en la casa tipo quincho de la familia De Girolamo tras ser arrastradas por el viento que, según datos del Observatorio local, soplaba a una velocidad de 72 kilómetros por hora, en dirección sud/sudeste. Vecinos del lugar manifestaron que en medio de las llamas que consumían la finca, vieron acercarse al joven Lucero que descendió de una bicicleta de rodado fino tipo competición, ingresó al inmueble por una puerta de emergencia y rescató a Florencio De Girolamo y a su mujer, Herminia A. de De Girolamo -ambos en estado de shock-, y a sus hijos, Carlitos y Margarita, de dos y tres años respectivamente, quienes presentaban principio de asfixia y sus hermosos rostros teñidos por la maldad del hollín. Inmediatamente se hizo presente personal del Cuerpo de Bomberos, que comenzó a sofocar con fe y con fuerza el foco de fuego infatuo sosteniendo las mangueras de alta presión a los grados que fija el reglamento (45° para casos de siniestros peligrosos, según la Ley Nacional de Bombeo). A las 20:25 -en un acto que vuelve a enaltecerlo- se hizo presente el Intendente, Coronel (R.E.) Roberto Félix Camblor, acompañado de su Señora Madre, Doña Elvira Ranaletta y Pujol Viuda de Camblor, conocida en la comunidad como Chichina y/o Chichita, quienes permanecieron por espacio de varios minutos junto a sus colaboradores, informándose sobre los hechos. El niño-héroe, entretanto, permaneció junto a su bicicleta demostrando a la flota pirata que nos invade, que al fin y al cabo siempre triunfa la bandera de la Paz, si es que se la sabe enarbolar.]

 

Cuando sucedió su comentada desgracia familiar, Billy Lucero se vio obligado a asegurar el futuro de sus hermanos, incluso el del mayor, Norberto Lucero, Nino. Tomó un curso de capacitación en la Academia de Choferes, y al poco tiempo se le confió el mando de una unidad de la línea 26 (Cuartel Militar-Cementerio), uniforme y botiquín para uso personal. Su foja de servicios fue impecable, excepto por un pequeño entredicho con un vecino de mala reputación, famoso por su avaricia, sobre el que adjuntamos el informe de la empresa. [Sumario administrativo sobre denuncia de Sergio Gristein contra Guillermo C. Lucero, chofer de la Unidad 2, Cuartel Militar-Cementerio. El ciudadano Sergio Gristein denuncia y firma el Libro de Quejas de Flecha de Oro S.A., de ahora en más La Empresa, y manifiesta que el chofer titular de la Unidad 2 que une el recorrido entre el Cuartel Militar y la Necrópolis local, Guillermo Celestino Lucero, lo golpeó en la vía pública y, al decir del denunciante, sin razón alguna; al tiempo que le gritaba “judío h…  de p…, judío h… de p…”. El ciudadano Gristein deja constancia que el altercado se suscitó cuando el chofer de La Empresa giró hacia la derecha en una esquina del centro comercial “sin encender la luz de giro”, lo cual, continúa Gristein, provocó que su automóvil, un Ford Fierro Sedán, patente B. 20.012, “se la pusiera” contra el paragolpes trasero de la Unidad 2. El denunciante asegura que el chofer Lucero, sin mediar palabra, retrocedió hacia el automóvil siniestrado y lo embistió en reiteradas oportunidades. Y agrega que una vez que se acercó al estribo de la Unidad 2, “Lucero me reconoció, por eso comenzó a insultarme y a dármela con el palo de (medir) las gomas”, que La Empresa provee a los choferes de las unidades en actividad como instrumentos de seguridad vial. Finalmente, Gristein relata que al subirse Lucero a la Unidad 2 de La Empresa, él, Sergio Gristein, intentó “aclarar las cosas” con Lucero, cosa que a Lucero no le interesó porque, “como a todos los negros, no le importa conversar como humano”, tras lo cual, continúa el denunciante, Lucero cerró la puerta provista de sistema neumático de alta presión, mientras la mano derecha de Gristein quedaba trabada. Allí, siempre conforme al decir del denunciante, Lucero avanzó y lo arrastró por la calzada de adoquines (Boulevard Escarapela, entre French y Berutti) a lo largo de “cincuenta metros”, para luego frenar de golpe y abrir la puerta, tras lo cual Gristein cayó inconsciente. Tomada la denuncia, La Empresa investiga los hechos que se refieren, y al no encontrar pruebas de lo dicho por el denunciante, decide cerrar el caso sin emplear sanciones contra el chofer Lucero, quien continúa desempeñando las tareas que normalmente se le asignan.]

 

A sus conocidos les consta que no asistía a cumpleaños ni enlaces, aunque fuera invitado con pedido de RSVP; ni participaba en los torneos con naipes españoles de las cantinas habilitadas por el Municipio. Las veinticuatro horas de sus días eran veinticuatro horas-hombre. Lucero era una persona especial, amante de la vida y el conocimiento interior, aunque su escaso tiempo libre no fuese el ideal para cultivarla. En definitiva, esto último no nos concierne, ya que el tiempo libre, como bien sostuvo el profesor Oscar Porchetta en su ensayo sobre la juventud, “es un fenómeno exterior, que nos deja en los umbrales de un paliativo falso: el ocio; y del uso indebido que se hace de él: el vicio” (Porchetta, Oscar; “Sobre la juventud, Volumen III”, 673 páginas; Editora de las Hierbas Buenas, 1941).

 

Billy fue nuestro protegido: obtuvo becas entre los años 1976 y 1981, obladas en efectivo o especies equivalentes a su valor a través de giros semestrales de nuestra tesorería. Durante el último curso obtuvo doce aprobados sobre igual cantidad de mesas examinadoras, conformadas ad-hoc según lo establece la Ley de Excepciones Educativas cuya copia acompaña este expediente [Ley 12.275 de Excepciones Educativas. Las Cámaras de los Comunes y los Extraordinarios, en reunión celebrada dentro de su Período Regular de Sesiones del día 23 de octubre de 1971, sanciona con fuerza de Ley el siguiente texto y conmina a que se cumpla, so pena de reclusión espontánea: Artículo 1: Todo establecimiento educativo podrá conformar mesas examinadoras ad hoc cuando la ocasión lo requiera. Artículo 2: De forma.].

 

Agregamos fotocopia autenticada de su boletín de calificaciones, con el afán de que el Jurado tome conocimiento de su personalidad y aplicación. [Elementos Agrarios I: 7 (siete); Introducción a la Convivencia Social: 10 (diez); Composición Artística: 6 (seis); Educación: 5 (cinco); Patología e Higiene Humanas: 10 (diez); Trabajos Manuales: 4 (cuatro); Historia Argentina: 5 (cinco); Deportes y Recreación: 6,66 (seis con sesenta y seis); Conducta: 8 (ocho)]

 

Como miembros de esta comunidad educativa, debemos decir, y decimos, que Billy fue nuestro hijo. Decimos nuestro hijo “porque lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad”, como bien nos dice en su canción-himno «Callejero» el juglar Alberto Cortéz. También debemos reconocer que los hechos, tal como han sido revelados a la sociedad, nos afligen. Nos afligen sobremanera, máxime cuando está en juego ese gran cariño que referimos ut supra. Cada uno de los abajo firmantes, miembros de este cuerpo de profesores -unidos por la misma sed de Justicia y Sabiduría que impera en nuestras aulas- interpretó el caso a su manera. Cada uno de los miembros del cuerpo de educadores tuvo derecho al minuto de libertad de expresión que le confiere el Estatuto Interno de Intervenciones Parapedagógicas que se anexa, [Estatuto Interno de Intervenciones Parapedagógicas. 1- Todo profesor a cargo de divisiones superiores podrá hacer uso de la libertad de expresión que reina en el Establecimiento, conforme el siguiente régimen: a) Cuando su intervención cuente con el aval de los directivos de escalafón superior, a saber: Director, Subdirector, Regente y Tesorero. b) Siempre que tenga lugar en el marco de las Discusiones Generales. c) Cuando no supere 1 (uno) minutos de alocución en idioma español y computándose las pausas como tiempo hablado. 2- En caso de suscitarse paridad entre los votos de las autoridades, el Director podrá desempatar haciendo uso de Voto Triple mediante Sumario Especial], como constancia de la libre participación curricular. No agregamos las opiniones recogidas, por estar afectadas al Reglamento Interno en relación a sus ítems de Reserva.

 

Ahora bien. Los autos de procesamiento que hoy pesan sobre Guillermo Celestino Lucero, Expediente 1.073: “El Estado Municipal contra Guillermo C. Lucero (a) ‘Billy’, s\ Abusos y otros”, cuyo duplicado obra en nuestro poder [“Guillermo Lucero, matrícula cívica 22.017.934, de nacionalidad argentino, soltero, becario, changarín, reconoce haber abusado, en forma reiterada, de Luján Elizabeth Marcoveccio (…)”], nos obliga a pronunciarnos sobre el particular en forma clara.

 

Tenemos conocimiento de que en las pericias de instrucción sumarial se establece que la víctima padece el llamado Sindrome de Down, y que los hechos que se refieren tuvieron lugar durante la Santa Semana de Veda Criminal, entre el 23 y el 26 de diciembre de nuestro calendario cristiano, día éste de la Natividad de Nuestro Señor, Hijo de Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra (y también de los mares, cosa que no siempre se reconoce).

 

Según la ficha antropométrica del detenido, confeccionada por personal del Instituto Nacional de Pericias Fisicas y Psiquiátricas de la Nación (I.N.P.F.P.N.), se mantienen las medidas registradas en el último censo de personas. Visto en escorzo, su cráneo mantiene las proporciones oportunamente señaladas: su frente no es estrecha; ni abombada, ni huidiza. No presenta señales del estigma de Morel, como así tampoco del tubérculo de Darwin. El pie cabo no es razón para declararlo inimputable, como pretende argumentar la defensa.

Conforme los datos recogidos, la primera impresión que tenemos es la siguiente: no lo podemos creer. Verdaderamente. Pero con el correr de las semanas hemos visto que el Juicio Oral y Público iba ventilando pormenores de la vida de Lucero que los abajo firmantes ignorábamos. Su padre, Francisco Lucero, reveló en las audiencias que su hijo lo golpeaba –aunque, nobleza obliga: a mano limpia-, y que reñía con frecuencia en ámbitos familiares, en especial con su hermano Nino, generalmente por cuestiones menores como ubicación en la mesa, uso de controles remotos, administración de la bebida gaseosa durante los almuerzos, etc.

 

Quienes asistimos a los Tribunales, observamos el dolor del señor Lucero, y la entereza para soportar los insultos de su ex esposa y el grupo de madres que la acompañaban, quienes dejaron en claro su preferencia por el encubrimiento, ya que no por el bien común. También vimos llorar a Luján Elizabeth, en el momento en que el Excelentísimo Tribunal la interrogaba y la instaba a recordar el modus operandis del incriminado, cuyo defensor, en un acto que lo deshonra como profesional aunque lo encumbra como casamentero, argumentó que el lamento se debía a que Luján advirtió que “querían separarla de Billy”.

 

Al calor de los rumores arreciaron las calumnias contra la institución que representamos. En tal sentido, deseamos despejar las dudas que se intentan cernir sobre el honor de nuestro alumnado, sus familias y los cien años de prestigio que acompañan el nombre de nuestro establecimiento, aunque la justicia nos fuerce a decir que debemos contar desde 1975 (el triste año del concurso de acreedores y el cambio de razón social).

 

El miércoles próximo pasado hemos visto, con perplejidad, una solicitada en la página trece de “Nosotros y ellos”. Allí, en el texto que agregamos con el objeto de que el Excelentísimo Tribunal lo tenga en consideración [Solicitada: Ante los hechos de público conocimiento que se han revelado en torno al Juicio Oral y Público que tiene lugar en el Palacio de Tribunales, denunciamos que en la Tercera Vuelta de la Circunvalación, organizada por la Asociación Local de Ciclismo, se observaron irregularidades en el control antidoping de su ganador, Guillermo Celestino Lucero, acusado por la Fiscalía del Estado. Conforme declaraciones de personal del Comité de Deportes y Drogas Peligrosas Municipal, Lucero habría ingerido sustancias prohibidas, con el consentimiento de la institución a la que representa, dado que dicho compuesto sólo es expendido en farmacias ante solicitud de instituciones y no de personas. En calidad de damnificados, los padres de alumnos del Colegio Argentino de Varones, solicitamos al Excelentísimo Tribunal la apertura de una causa paralela a la ya iniciada. Sólo la Justicia salvará a los Pueblos], se nos difama. Creemos que los éxitos deportivos de Guillermo Lucero no dan lugar a los comentarios capciosos; sí, en cambio, al reconocimiento del personal especializado que lo instruyó sobre el entrenamiento más adecuado. No respondemos. Simplemente nos permitimos hacer constar en las actas del juicio el informe solicitado a los peritos de la Secretaría de Apelaciones de la Nación [Certificado de aval: Certificamos que las sustancias halladas en el cuerpo de Guillermo C. Lucero, nombre de fantasía Fortina Fortex Plus 100.000, con motivo de la Tercera Vuelta de la Circunvalación, son de uso permitido en el ámbito de la Jurisdicción Nacional. Cuerpo de Forenses de la Secretaría de Apelaciones de la Nación.] Punto y aparte.

 

En el día de ayer hemos escuchado atentamente el Alegato de Contrición de Guillermo Lucero. Escuchamos y tomamos debida nota de lo que expresó: que nunca se le informó sobre las características del Sindrome de Down, ni acerca de la Semana de Veda Criminal, circunstancias que agravan el delito y podrían cuadruplicar su pena. No es sincero. El estudio del Síndrome de Down aparece en la bolilla doce de la asignatura Patología e Higiene, donde se señalan como lecturas obligatorias el “Curso de anomalías clínicas”, “Síndrome de Down: fenotipo de otra raza” y “Una aproximación al diferente”, de la Dra. Josefina de Prieto, eminencia en la materia y consultora ad honores de la Organización de las Naciones Libres de Terrorismo No Estatal.

 

El testimonio que Lucero dio sobre las actividades de laboratorio también es falaz. Podemos dar pruebas de que en la Sala de Experiencias Elementales jamás se llevó a cabo sacrificio alguno de cachorro o pichón. Debido a estas argucias de la defensa hemos determinado, en las últimas horas, junto a los miembros de la cooperadora, elevar este petitorio al Ministerio de Educación y Control Social con el propósito de exigir la expulsión del reo de la esfera educativa y solicitar la caducidad de su certificado de alfabetización.

 

Estamos convencidos de que el Tribunal Supremo actuará en forma correcta al aplicar el Principio de Reparación Legal Inmediata, dado que así debe procederse a falta de jurisprudencia. Consideramos que tal principio -que pena con “violación al violador”- deberá ser tenido en cuenta por el Excelentísimo Tribunal. Del mismo modo, deberá autorizarse el castigo por parte de nuestros hermanos downs, inspirándose el mismo en el Primer Precepto Constitucional de Equidad Estatal: “La ofensa será devuelta al ofensor en su mismo grado”.

 

El día de la sentencia, los abajo firmantes esperamos ver cómo la Justicia de la Nación le aplica a Lucero la pena que merece. Ofrecemos el traslado y alojamiento en nuestro campus de los cuatros muchachos diferenciados que deberán seleccionarse por Concurso de Mastodontes en la Ciudad Central, si es que el procedimiento de castigo se cumple -como debe ser- en tiempo y forma.

 

 

1995

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