¿A dónde vas? A Mar del Plata, al ciclo Verano Planeta, contesté. A sí, buenísimo fui el año pasado ¡Se llena! Recibí en espontánea respuesta. Parece simple, pero no lo es. Es que hoy lleva una historia de 20 años exitosos y lo que se ve son sus frutos para saborear el néctar de su esencia. Y aquí se aplica aquello de “lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado” de Francisco Luis Bernardez. Porque se nos presenta un resultado que es fruto del esfuerzo y del trabajo constante. El trabajo, que dignifica al hombre y en este caso para transmitir el máximo de sus logros, la cultura. El hombre sueña con su corazón, entonces su cerebro toma el desafío de trocar la utopía por realidad. Luego sus manos con la magia del trabajo convierten por alquimia aquel sueño en el resultado que emerge para dejarse ver por la luz de los hechos consumados. Es entonces cuando este fruto cíclico de la expresión cultural se nos presenta como irrenunciable alternativa. Eso es lo que sucedió con el ciclo de escritores Planeta, siembra y cosecha. Hoy ya es un clásico, vacaciones asociadas a la fórmula magistral de literatura, autores, libros y cultura. Más que escritor soy médico que escribe con tinta de pluma fuente en su recetario y de tanto en tanto derrama líneas en algún libro, un recién llegado a este ciclo que sus gestores, Nacho y Marcelo convirtieron en realidad para placer del paladar más sofisticado del ser humano, aquel que se nutre de la cultura. Mis felicitaciones y agradecimiento por permitirme compartir este espacio que los sueños de los visionarios convirtieron en realidad.