Guillermito

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I
Olor a sangre había. Guillermito, con los ojos cerrados, con las manos en las orejas, con la frente contra el suelo, permaneció, luego de que los disparos cesaran, dos horas en silencio bajo la cama. Salió Guillermito de abajo de la cama, donde había permanecido dos horas en silencio luego de que los disparos cesaran y esquivando charcos de sangre, mirando por entre sus dedos, a saltos, salió de la habitación. Tejía Dora, la madre de Guillermito, sentada en un sillón de mimbre.

  • ¿Llamó a la policía, Madre?
  • Por estos no viene la policía. Hay que sacarlos.

II
Tres cuerpos había. Uno contra la esquina, sentado, rota la cara con balas. Uno al lado de la puerta, de cara al suelo. Uno sobre la cama, debajo de la que Guillermito, con los ojos cerrados, con las manos en las orejas, con la frente contra el suelo, permaneció, luego de que los disparos cesaran, dos horas en silencio. Corrió Guillermito los cuerpos, uno por uno, primero el de la puerta, segundo el de la cama, tercero el de la esquina.
-Poneles bolsa – dijo Dora, la madre de Guillermito, sentada en un sillón de mimbre.
Sacó Guillermito los cuerpos, los tres cuerpos, el de la puerta, el de la cama, el de la esquina, puestos en bolsas, a la vereda.

III
Diez balas había. Que no pegaron en los tres cuerpos. Que pegaron en la cama, en la pared, en el mueble. Que contó Guillermito mientras escurría sobre un balde un trapo con sangre.

  • Terminé con los pisos, Madre.
  • Hacé mate. Estoy por terminarte la bufanda.

IV
Tres disparos dio Guillermito. Tres pudúes, dos hembras y un macho, chillaron, sangraron y cayeron al suelo. Cargó Guillermito el rifle sobre el hombro y avanzó bajo la nieve, a través del bosque. Brujo, el perro, corrió hacia los pudúes. Tomó Guillermito a los tres pudúes, dos hembras y un macho, y los ató entre sí. Caminó Guillermito junto a Brujo, cargando el rifle y los tres pudúes, dos hembras y un macho, bajo la nieve, a través del bosque, rumbo a la cabaña.

V
Sola la cabaña, en un claro del bosque, largaba humo por arriba y luz por sus ventanas. Despejó Guillermito la nieve de la puerta con sus botas y entró. Brujo, el perro, tomó lugar al lado del fuego. Colgó Guillermito el rifle en la puerta, su tapado en el perchero y los tres pudúes, dos hembras y un macho, en la pared. Chorreaba la sangre hasta el piso. Animó Guillermito el fuego con dos trozos más de leña. Volcó guiso en un cuenco de barro y fue a sentarse al sillón, en frente del fuego, al lado de la ventana, cerca de Brujo, el perro. Comió Guillermito el guiso, al calor del fuego, escuchando la leña partirse, mirando a los tres pudúes, dos hembras y un macho, colgados en la pared. Olor a sangre había.

Gonzalo Gentil

Gonzalo Gentil
Gonzalo Gentil
Nació el 25 de Agosto de 1994, en Mar del Plata. Encontró a la literatura a los trece años, en una habitación del barrio Los Pinares sin televisor. Cursa los talleres de narrativa que dictan Mariano Taborda y Emilio Teno en la ciudad..

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