Se puede contar la vida entera, siempre y cuando seamos breves. Quizá es cuestión de seguir un solo hilo de la trama compleja y ver qué momentos va uniendo, qué episodios que se creían inconexos están en realidad unidos entre sí. A continuación van algunos ejemplos.
Autobiografía sexual
Primeras inquietudes frente a hermanas o hermanos, la curiosidad, comentarios que no se entienden, gemidos escuchados detrás de una puerta, los siempre sorprendentes animales, el estupor ante el porno, la sexualidad colegial, la educación sexual, la transformación del cuerpo propio y de los contemporáneos del aula, similitudes y diferencias al respecto, el pudor, la falta de intimidad, los vestuarios, el tráfico clandestino de pornografía, crimen y castigo, los veranos de luz quemante, las amigas de las hermanas, los amigos de los hermanos, la revolución cubana en la sangre, el big bang hormonal, el sufrimiento por la falta de algo que no se sabe bien cómo es, los abismos de la inseguridad, la masturbación como entrada al mundo flotante, como ejercicio del poder, como posesión del universo, intentos fallidos, la iniciación sexual, fantasía vs realidad, el encuentro incomprensible con el otro, el desencuentro, la fascinación, ver y palpar, la anticoncepción, la falta de espacio propio, escenarios sexuales incómodos, la primera pareja, el edén y la caída, todos los polvos malos, el alcohol, la promiscuidad, los meses o los años sin, la pareja estable, la reproducción humana, las semanas o los meses sin, los juguetes, el estímulo y las maniobras de resucitación, la larga agonía y muerte de la bestia de las dos espaldas, el resurgimiento de la fantasía, la infidelidad y sus grados, la guerra genital económica, más polvos malos, más promiscuidad, final y recomienzo, la sexualidad de los hijos, madurez y deseo, la expulsión de la juventud, el cuerpo como lento protagonista trágico, ser o no ser deseado, los mejores polvos, el sexo en la tercera edad, dos dentaduras postizas mordiéndose con frenesí dentro de un vaso de agua…
Autobiografía económica
Patrimonio del matrimonio y viceversa. Precio de monitoreo del embarazo. El feto endeudado o acaudalado. Costo de alimentación de la madre y formación del cerebro del todavía no nato. Nacimiento al aire capital. Lugar exacto en la tasa de natalidad, en las estadísticas de fertilidad según el nivel socioeconómico. Definición automática de su destino en un país sin movimiento social. Traslado de hospital o clínica hacia el hogar, con los diversos grados que van desde la madre menor de edad esperando sola el colectivo con el bebé recién nacido en brazos (esperando la guagua con la guagua) hasta la madre abrazando al bebé en el asiento trasero del auto de alta gama conducido con sumo cuidado por el progenitor, o por un chofer. Gastos del lactante en pañales, ropa y cuna. Estímulos, modos y ruido ambiente de su clase social. Condiciones de higiene y temperatura. Monto por asignación universal por hijo otorgada por decreto presidencial como medida de inclusión social a los sectores vulnerables. O fondos reservados. O aportes monetarios de los abuelos. O préstamo bancario para la subsistencia del mamífero diminuto. Y esto recién empieza. Sigue educación, recreación, alimentación, salud, vacaciones, ropa, ortodoncia, caprichos, juguetes cada vez más caros, tecnología. Importancia de la escuela como inserción en un grupo social de futuros vínculos laborales, sobre todo en aquellos países donde nada se da por mérito sino por tácitos acomodos de confianza y favores de parentesco sanguíneo o crediticio. Sigue la autobiografía económica de la adolescencia, la entrada en el sistema impositivo, los intentos por corregir el rumbo, el precio de las terapias, y finalmente la previsión de ritual funerario elegido (nicho, fosa, cremación, panteón familiar, cenizas esparcidas en la loma más alta de la finca) aunque, por qué no, pensemos en una autobiografía que narre su propia muerte.
Se podría hacer los mismo con una autobiografía literaria con el recorrido personal por las palabras y los libros, una autobiografía física con todos los avatares del cuerpo, sus metamorfosis y cicatrices, una autobiografía sentimental (o esa mejor no), una autobiografía musical, una autobiografía animal donde figure la sucesión de mascotas y sus raros finales, una autobiografía lateral compuesta por los caminos no tomados, una autobiografía tecnológica del televisor blanco y negro a las touch screens (y mostrar todo, incluso lo más nuevo, como una antigüedad), y una autobiografía deportiva, y una alimenticia, y una urbana, y una política… Lo importante es ser breve y ser riguroso con el enfoque. Y hasta se pueden intentar varias, una tras otra. Dejando que se superpongan por momentos, porque todas se cruzan. La trama en realidad no tiene borde. Es infinita. Incluye en su realidad la imaginación y los sueños, los deseos y los miedos. Y hay que escribirla subiendo el volumen de todos los sentidos, como si uno le estuviera recordando a los muertos cómo era esa cosa tan rara de haber estado vivo alguna vez.