#LaPalabraPrecisa

#180

20/10/2017

 

La lipoaspiración

Gabriela Exilart

 

 

La sala fría y blanca, con olor a desinfectante, se cernía sobre él. Estaba agotado, había sido un día de demasiada actividad en el hospital, demasiados accidentados y más muertos de lo deseable.

Manuel se pasó los dedos largos y pálidos por la frente despejándola de cabellos rebeldes, libres del gel que los había sujetado horas atrás. Masajeó el puente de su nariz, un tic que no podía abandonar, y parpadeó dos o tres veces, con la ilusión de aliviar la pesadez de sus ojos. Miró su reloj y vio que faltaban todavía dos largas horas para que finalizara su turno y recordó que le tocaba administrar la heparina al paciente de la dos. Aspiró profundo y fue a cumplir con su trabajo.

En el pasillo se cruzó con dos médicos que corrían en dirección a la guardia y uno de ellos le hizo una señal para que los siguiera. Manuel vaciló, el paciente de la dos necesitaba el anticoagulante, pero juzgó que podía esperar. Siguió a los doctores hasta la salita de emergencias donde se encontró frente a un cuadro sangriento.

Hacía tres años que estaba en enfermería y ya casi nada lo horrorizaba, es más, con sus compañeros solían bromear sobre los enfermos y moribundos. Pero la persona, si así podía llamarse a esa masa sanguinolenta e informe que estaba sobre la camilla, le dio impresión.

Los médicos se esforzaban en aplicarle oxígeno mientras una enfermera trataba de despejar la zona de la herida. Manuel se acercó y puso manos a la obra, repuesto de la visión de ese espectáculo rojo.

-Un amigo quiso hacerle una lipo –informó uno de los doctores.

-¿Con qué? –preguntó el otro a la vez que se calzaba guantes y observaba con ojo crítico la lesión que la asistente había limpiado.

-Parece que utilizó una aspiradora industrial.

Manuel lanzó una carcajada y fue blanco de varias miradas de reproche, aunque nadie dijo nada; ya estaban acostumbrados a su sarcasmo.

-El aparato tenía demasiada potencia, el amigo no pudo detenerlo y le succionó los intestinos.

-¡Oh, qué horror! –dijo la enfermera.

-Lo perdemos -anunció el médico, afanándose por reanimar al moribundo-. Se fue. –Se bajó el barbijo y se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano-. Creo que ya nada puede sorprenderme –dijo-, mirá que hacerse una liposucción así…

-El amigo está fuera, llorando –informó la mujer-, dijo que él se lo pidió.

-Un idiota menos –sentenció Manuel, dando media vuelta para volver a sus obligaciones, cuando nuevamente fue detenido:

-Ayudános a despejar y llevarlo a la morgue.

Manuel asintió en silencio y junto a la enfermera se ocupó del cadáver. Los profesionales salieron a dar la fatal noticia.

Una vez listo, relevó a su compañera.

-Yo me encargo.

-Gracias –dijo la joven, que hacía apenas dos semanas que trabajaba en el HIGA.

Manuel tapó el cuerpo, tomó la camilla y partió por la puerta de atrás, no deseaba  que los parientes se le fueran encima, llorando sobre un muerto, y para peor, un muerto que había buscado su propio final. “Y todo por el culto a la imagen”, pensó.

Cumpliendo el ritual salió con él con los pies para adelante. Llegó a la morgue y entregó su infortunada carga al forense, quien luego de un intercambio de bromas de humor negro, lo despidió.

-Andate, Manu, que tengo varios fiambres para analizar.

-Que lo disfrutes.

Luego subió al ascensor y volvió hacia el piso donde lo aguardaba el paciente de la dos.

 

Gabriela Exilart marplatense, abogada, docente en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata y coordinadora de Talleres de Escritura Creativa y Talleres de Novela.

Con su primera novela Tormentas del pasado (2012) cautivó en muy poco tiempo a miles de lectores y por su rigurosa investigación histórica obtuvo la Declaración de Interés Legislativo de parte del Senado de la Provincia de Buenos Aires. Dicha obra fue reeditada varias veces en formato tradicional y en edición de bolsillo.

Pinceladas de azabache (2013) emocionó al público por la profundidad de los vínculos y los sentimientos que desbordan sus páginas.  En febrero de 2017 atento a su éxito fue reeditada en formato de bolsillo.

En Renacer de los escombros (2014) recupera  el terremoto de San Juan de 1944 y escribe una historia de amor allí donde nada había quedado. Dicha obra fue declarada de Interés Municipal y Cultural por el Honorable Concejo Deliberante de la Municipalidad de Rawson, San Juan.

En el año 2015 participó con su cuento Si tú te atreves, en la Antología Ay, amor, obra que enamoró a miles de lectores y fue reeditada en edición de bolsillo.

Por la sangre derramada (2016), transcurre en la Patagonia de 1920,  y relata uno de los sucesos más luctuosos de la historia argentina.

Portador de sueños (2016), es una Antología autopublicada de relatos y cuentos que reúne las voces de sus alumnos de uno de los Talleres de Escritura que coordina desde el año 2015.

Además de sus novelas publicadas posee varias inéditas, algunas de tinte policial y realismo sucio. En el marco de la Feria del Libro de Mar del Plata 2015, obtuvo una Mención por su poema “Grietas” en el Certamen de Poesía Ilustrada organizado por la Asociación Marplatense de Arte y Cultura (AMAC).

En los años 2016 y 2017 fue Jurado en el Concurso “Valijas con Historia” y “Valijas con Historia Segunda Edición”, propiciado por la Dirección Municipal de Derechos Humanos de la Municipalidad de General Pueyrredón.

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